UN EVENTO HISTÓRICO-DEPORTIVO ÚNICO:
LOS JUEGOS MORISCOS DE ABEN HUMEYA EN PURCHENA
(ALMERÍA)
LOS JUEGOS MORISCOS DE ABEN HUMEYA EN PURCHENA
(ALMERÍA)
...Los Juegos Moriscos suponen rehacer el eslabón perdido de la cadena entre la antigüedad y el mundo moderno.
No son muchos los que tienen noticia de este evento histórico-deportivo denominado Juegos Moriscos de Aben Humeya; ya sea de los Juegos históricos del siglo XVI o de la recuperación llevada a cabo en Purchena desde el año 1.993.
Lo que sí es cierto, así nos los dice la experiencia, es que los/las que se acercan por primera vez a este acontecimiento tienen, la mayor parte de las ocasiones, una doble sensación errónea: una primera en la que para ellos/as los Juegos Moriscos son sinónimo de Fiestas de Moros y Cristianos, y/o una segunda que les lleva a confundir estos juegos deportivos históricos con los juegos infantiles o tradicionales que se celebran en las verbenas de los pueblos, por el simple hecho de celebrarse en la pequeña localidad de Purchena.
Los que, afortunadamente, ya tienen noticia de este evento, saben a ciencia cierta que ambas sensaciones están totalmente alejadas de la realidad.
Los Juegos Moriscos de Aben Humeya, que anualmente desde 1993 son recuperados por el pueblo de Purchena en la tercera semana de agosto, están basados en un texto del escritor murciano Ginés Pérez de Hita, uno de los tres cronistas de la Guerra de los Moriscos, quien describe en la segunda parte de sus Guerras Civiles de Granada, concretamente en el capítulo XIV el más extenso de los veinticinco que lo componen, unas fiestas y juegos celebrados en Purchena en septiembre de 1569, en plena rebelión de los moriscos, con la participación de turcos y moriscos que realizan diversas pruebas de fuerza y destreza.
No se ha escrito demasiado sobre el aspecto histórico de estos Juegos y los que lo han hecho no se ponen de acuerdo: ¿fueron una realidad o una invención del autor murciano?
Por ello la primera parte de este artículo, tras la introducción histórica necesaria para contextualizar el hecho deportivo, versará sobre esta cuestión para, una vez demostrada la realidad -como así creen la mayoría de los investigadores; las pruebas a su favor son contundentes en contra de la escasa y subjetiva argumentación de su inexistencia- continuar sobre el detalle de lo que pudo ver o conocer Pérez de Hita y cómo lo vio o conoció para luego escribirlo en el citado capítulo XIV de su obra.
No son muchos los que tienen noticia de este evento histórico-deportivo denominado Juegos Moriscos de Aben Humeya; ya sea de los Juegos históricos del siglo XVI o de la recuperación llevada a cabo en Purchena desde el año 1.993.
Lo que sí es cierto, así nos los dice la experiencia, es que los/las que se acercan por primera vez a este acontecimiento tienen, la mayor parte de las ocasiones, una doble sensación errónea: una primera en la que para ellos/as los Juegos Moriscos son sinónimo de Fiestas de Moros y Cristianos, y/o una segunda que les lleva a confundir estos juegos deportivos históricos con los juegos infantiles o tradicionales que se celebran en las verbenas de los pueblos, por el simple hecho de celebrarse en la pequeña localidad de Purchena.
Los que, afortunadamente, ya tienen noticia de este evento, saben a ciencia cierta que ambas sensaciones están totalmente alejadas de la realidad.
Los Juegos Moriscos de Aben Humeya, que anualmente desde 1993 son recuperados por el pueblo de Purchena en la tercera semana de agosto, están basados en un texto del escritor murciano Ginés Pérez de Hita, uno de los tres cronistas de la Guerra de los Moriscos, quien describe en la segunda parte de sus Guerras Civiles de Granada, concretamente en el capítulo XIV el más extenso de los veinticinco que lo componen, unas fiestas y juegos celebrados en Purchena en septiembre de 1569, en plena rebelión de los moriscos, con la participación de turcos y moriscos que realizan diversas pruebas de fuerza y destreza.
No se ha escrito demasiado sobre el aspecto histórico de estos Juegos y los que lo han hecho no se ponen de acuerdo: ¿fueron una realidad o una invención del autor murciano?
Por ello la primera parte de este artículo, tras la introducción histórica necesaria para contextualizar el hecho deportivo, versará sobre esta cuestión para, una vez demostrada la realidad -como así creen la mayoría de los investigadores; las pruebas a su favor son contundentes en contra de la escasa y subjetiva argumentación de su inexistencia- continuar sobre el detalle de lo que pudo ver o conocer Pérez de Hita y cómo lo vio o conoció para luego escribirlo en el citado capítulo XIV de su obra.
EL CONTEXTO HISTÓRICO DE LOS JUEGOS MORISCOS.
Todos sabemos que a medida que la reconquista avanza por parte de los reinos cristianos, en las nuevas zonas se mantienen una población musulmana que sigue practicando su religión y conservando sus costumbres y su lengua, son los llamados mudéjares. Era ésta una práctica que la población musulmana de laépoca aceptaba de buen grado y los cristianos toleraban a cambio de un tributo especial. Pero una vez conquistada Granada, la situación va a cambiar. Por un lado nos encontramos a los cristianos dispuestos a mantener la situación, como el conde de Tendilla, capitán General de Granada, y fray Hernando de Talavera, su arzobispo, y por otro los que pretendían convertir a los “moros” de una forma obligatoria, entre ellos el Cardenal Cisneros. Como es sabido también en las Capitulaciones para la entrega de Granada de 25 de noviembre de 1491, se garantizaba para los musulmanes de este reino la posibilidad de mantenerse como mudéjares. Sin embargo, Cisneros, propugna desde 1499 el abandono de la política de tolerancia precedente y desencadena una rápida y enérgica acción para obtener conversiones. Los mudéjares ante la abolición de sus derechos se sublevan por primera vez en 1501 en el Albaicín granadino; sublevación que fue sofocada por las armas. Cisneros aprovecha el levantamiento para promulgar una pragmática que aboliese todos los derechos de los mudéjares, ordenando al mismo tiempo la conversión de los mismos, ya no solo en Granada sino en todo el reino de Castilla. En 1502, en una nueva pragmática se da a elegir a los mudéjares entre la conversión, el exilio o la muerte. Muchos, una gran mayoría, decidieron exiliarse y otros convertirse al cristianismo, pasando desde entonces a denominarse cristianos nuevos o moriscos.
Los años pasaron, entre agravios y conversiones, éstas normalmente simuladas por los musulmanes que seguían en su mayor parte conservando de “puertas adentro” sus tradiciones, religión, lengua y costumbres. Precisamente esos continuos agravios hicieron estallar la segunda rebelión morisca en las Alpujarras la noche de navidad de 1568. Los moriscos nombraron rey a Fernando de Córdoba y Válor, que pasaría a llamarse por su nombre árabe, Aben Humeya, de quien, Hurtado de Mendoza, uno de los tres cronistas de la Guerra
de las Alpujarras como también es conocida la rebelión morisca de 1568, dice que era descendiente del linaje de Aben Humeya, uno de los nietos de Mahoma, hijo de su hija, que en tiempos antiguos tuvieron el reino de Córdoba y Andalucía.
La historia la hacen los vencedores, por ello, la historiografía oficial no ha tratado excesivamente bien a los moriscos en general y a Aben Humeya, en particular. Sin embargo, como escribe Álvaro Galmés de Fuentes de la Real Academia de la Historia: uno de los datos más interesantes es el que se refiere al nivel cultural de los moriscos, que constituye una comunidad muy alfabetizada (72,3 % de media que saben firmar), comprobando con asombro que los moriscos, descendientes de los viejos mudéjares, habían logrado un grado de alfabetización incluso superior al de población cristiano-vieja”. En cuanto a Aben Humeya, al frente de un “ejército” sin organización alguna, puso en jaque, incluso las mejores tropas tuvieron que ser traídas al reino de Granada, al ejército más poderoso de la tierra en aquel momento. Además, y visto con nuestra sensibilidad actual, le quedará haber convocado, en medio de la contienda civil, y según crónica del escritor Ginés Pérez de Hita, unos juego deportivos que casi 500 años después han sido reconocidos por numerosas personalidades. Hablamos, por supuesto de los Juegos Moriscos de Aben Humeya.
LOS JUEGOS MORISCOS DE ABEN HUMEYA: FICCIÓN O REALIDAD
Tras el frustrado cerco de la ciudad almeriense de Vera (23/25 de septiembre de 1569), se retira Aben Humeya con sus tropas a la ciudad de Purchena que por entonces era ciudad de importancia estratégica con un castillo inexpugnable. El Martes 27 de septiembre de 1.569, Aben Humeya decide que se realicen en la ancha y grande plaza -<<para alegrar a sus gentes y todo su campo>>- doce juegos entre los que destacan, a tenor de los premios prometidos, las competiciones de lucha, carrera, saltos, levantamiento de peso... Ginés Pérez de Hita escribe en el citado libro: Pues es de saber que Aben Huneya, después del cerco de Vera, tan vano a su pretensión, se retiró a Purchena con todo su campo, determinado a aguardar allí a Murcia y su reino, si acaso si fuera le querían seguir, y visto que Lorca y Murcia no le seguían, determinó hacer unas solemnes fiestas de esta forma:1. Al que en travada lucha mejor lo hiziese, le daría cien escudos de oro y le coronaría de hojas de laurel.
2. Más aquel que se mostrase más suelto y corriese más ligero y llegase primero al puesto disputado, otros cien escudos de oro.
3. Más al que de tres saltos alcançase más tierra por medio le daría otros cien escudos de oro.
4. Más al que más tiempo sustentase un canto de seis arrobas en el ombro le daría otros cien escudos de oro y un alfanxe.
5. Más al que mejor y más gallardo dançase la zambra con una bella mora, le daría ropa de seda fina hecha en Argel.
6. Más a la mora que mejor dançase, le daría una riquísima marlota y cuatro almayzales finos.
7. Más al moro que mejor tañese y cantase a la morisca y mejor canción dixese o romance, le daría un hermoso caballo aderezado y enjaezado.
8. Más a la mora que cantase mejor y canción arábiga dixese le daría una hermosa marlota guarnecida de oro.
9. Más al moro que mejor tirador fuese de canto, treinta escudos de oro y un alfanxe.
10. Más al moro que mejor tirase con escopeta o arco le daría diez ducados de oro.
11. Más al moro que tirase más derecho y más certero con honda le daría diez ducados de oro.
Todas estas fiestas y cosas se avían de hacer en la Plaça de Purchena, que para poderlos hacer era muy grande y ancha y para eso mandó que la plaça fuese aderezada y arenada, y todas las paredes y ventanas entoldadas de ricas telas de seda y lien-ços labrados y blancos..., todo lo cual se debía hacer en doce días.
Mandó Aben Humeya que a un lado de la plaça se pusiese un rico doçel de seda y debaxo del doçel un rico asiento para que él se sentase, y otros asientos de no tanto valor para sus Capitanes y Cavalleros más allegados.
En la convocatoria reproducida anteriormente se describen 11 pruebas, faltando una de gran singularidad que en el desarrollo posterior de las mismas será descrita por Pérez de Hita con gran profusión: el levantamiento de ladrillo.
Cabe decir aquí que el único de los cronistas que recoge los Juegos Moriscos es Pérez de Hita. Las dudas asaltan: ¿se hicieron los Juegos Moriscos o fue todo invención del escritor? Las opiniones están divididas. Los contrarios a la existencia de estos Juegos se basan en dos cuestiones:
1ª.- La fantasía y la falta de rigor histórico que siempre acompañó, según ellos, a Pérez de Hita.
2ª.-Pérez de Hita es el único que se ocupa de estos Juegos.
Estudios e investigadores han venido a demostrar con argumentaciones más serias, la verosimilitud de las pruebas.
Los escépticos basan su opinión en los anteriores puntos. Podemos decir que noticias a lo largo de la historia contadas por un único historiador son consideradas hoy inmutables y verosímiles. Recordemos aquí al gran historiador
Herodoto de quien críticos posteriores fueron a menudo severos por su aparente aceptación de relatos desprovistos de base y a veces inconsistentes. Como si de un “moderno” Herodoto se tratara y salvando las distancias, Ginés Pérez de Hita, afortunadamente, escribió sobre los Juegos Moriscos, tal y como decía el historiador Griego con la esperanza de <<preservar de la destrucción el recuerdo de cuanto han hecho los hombres y de evitar que las hazañas maravillosas de griegos y bárbaros (en el caso de Pérez de Hita los moriscos) pierdan el galardón de la gloria que merecen>>.
Otro ejemplo más de la escasa atención y estudio poco riguroso que estos Juegos han merecido y siguen mereciendo fuera de determinados círculos, lo tenemos en el estudio preliminar que Joaquín Gil San Juan hace de la edición de la segunda parte de las Guerras Civiles de Granada, editada por la Universidad de esta ciudad en 1998, basada en la edición de Paula Blanchard-Demouge de 1915, quien utilizó la edición príncipe impresa en Cuenca en 1619. El historiador citado despacha los Juegos Moriscos con el siguiente texto:
“En el capítulo XIV nos sorprende el autor de la Segunda parte de las Guerras Civiles con el increíble e imaginario relato de la celebración de competiciones atléticas y certámenes festivos en Purchena. No podía faltar este elemento tan del gusto de Pérez de Hita, entusiasta autor de representaciones teatrales, diversiones, galas y torneos, expresiones todas ellas de la vida lúdica popular... En ninguna otra fuente se encuentran rastros de tan singular espectáculo”.
Y eso es todo. Gil San Juan, al igual que otros muchos autores no da ningún tipo de explicación o de base por la cual piensan que el evento no es cierto. Está claro que su negación de la existencia, al igual que otros historiadores, se basa en los puntos anteriormente citados: falta de rigor en ocasiones por parte de Pérez de Hita y que los Juegos no aparecen en ninguna otra fuente.
Los estudios que echan por tierra esta falta de rigor se basan en algo más tangible.
En primer lugar, esos mismos historiadores sí aceptan otras descripciones de Pérez de Hita, que solo él dice haber visto y que no se recogen en otras fuentes, ni se duda de su rigor. Es el caso, por ejemplo de la descripción física de Aben Humeya. Pérez de Hita es el único que dice haber visto al rey morisco y nos lo describe con profusión de detalles. Este aspecto no es desmentido por ningún historiador y todos lo dan por verosímil. Gracias a ese espíritu observador del escritor murciano, hoy conocemos como pudo haber sido físicamente el rey morisco. Sin embargo, esa misma cualidad de observación, precisamente porque era gran aficionado a los juegos populares, se le niega cuando describe los Juegos Moriscos.
En segundo lugar, también aceptamos que gracias a las traducciones de los árabes conocemos gran cantidad de textos griegos y romanos. Pongamos por ejemplo las traducciones de Aristóteles y Platón, que hoy desconoceríamos totalmente si no hubieran mediado los trabajos de traducción realizados por eruditos árabes, en este caso, el cordobés Ibn Rush (Averroes). Los árabes no dudaron en impregnarse de la cultura de los pueblos que habían conquistado, entre ellos los mediterráneos.
Apoya este punto nada menos que Julio Caro Baroja quien expone que los moriscos restauraron la autoridad de los jefes de los antiguos linajes, honrándoles y dándoles signos y atributos de otro tiempo,...; pusieron alfaquíes de consejeros y También hicieron certámenes públicos, deportivos y juegos a la vieja usanza, como en tiempos de los Abencerrajes, Zegríes y demás caballeros famosos.
Pueden tomarse como ejemplo de fiestas moriscas las que Abenhumeya celebró en Purchena, descritas minuciosamente por Pérez de Hita, fiestas en las que hubo luchas cuerpo a cuerpo, carreras, concursos de saltos (tres saltos), de levantamiento y resistencia de pesos, danzas por parejas de hombre y mujer y de mujer sola, de tañer, cantar y recitar en romance y árabe, de lanzamientos de cantos, de escopeta, arco y honda. En tales certámenes se notó rivalidad hostil entre los moros españoles y los turcos . Además Caro Baroja en ningún momento se planteó el problema de dónde y cómo venían luchas, carreras y saltos, disciplinas olímpicas, sí supo matizar: Ayer como hoy el deporte era algo más que unía o desunía de modo más fuerte aún a los individuos agrupados en diferentes unidades sociales...
En tercer y último lugar es interesante hacer notar que se conocen diferentes ediciones de la obra de Pérez de Hita, aunque por parte de los historiadores se tiene la ya citada de Paula Blanchard-Demouge, como una de las mejores. (Esta edición es la que utilizó el área de cultura del Ayuntamiento de Purchena para la recuperación moderna de los Juegos). En la introducción de dicha edición se recoge en varios pasajes fundamentos suficientes para creer en la verosimilitud de estos Juegos que, sin embargo, en los continuos estudios sobre la obra de Pérez de Hita, han sido obviados:
La segunda parte carece del interés novelesco....Sin embargo, hay al comienzo dos episodios que parecen novelescos, pero que examinados con atención resultan ser históricos...El otro elemento que integra la parte novelesca en la obra de Hita no tiene semejanza con el de la primera. En ella, bajo el disfraz morisco, se puede conocer a los españoles; las fiestas referidas son una pintura de la sociedad de la época; si quisiera negarse a Ginés Pérez originalidad o achacarle la creación del tipo morisco, en la segunda parte sería preciso buscar las pruebas, pues es donde se hallan retratados los usos y costumbres orientales... En la segunda parte de las Guerras trata de asuntos relatados por un testigo morisco de los vencidos, que aún odiaba al enemigo, y que conservaban a pesar de la derrota sus antiguas costumbres, tanto más firmes, cuanto que los españoles ponían cuidado en hacerlas desaparecer. A tales moriscos, Pérez de Hita conocía y trataba, habiendo asistido a fiestas y juegos que describe. A dichos árabes españoles, muy diferentes de la época de los Reyes Católicos, se habían unido un elemento nuevo, los turcos, que trajeron de nuevo los antiguos juegos, las tradiciones perdidas; durante los intervalos de lucha, los turcos venidos para socorrer a los moriscos, algunas veces usaron en sus juegos favoritos hasta delante de los cristianos. Razones por las que en esta segunda parte no hallamos ningún torneo o juego de cañas, ninguna de aquellas vistosas diversiones que hicieron famosa a la primera, sino pugilatos atléticos entre los más valientes, robustos o diestros del ejército morisco y turco. En estas luchas cada uno de los adversarios tenía el cuerpo desnudo...Después seguían carreras pedestres, saltos, lanzamiento de javelinas, de piedras con honda; concursos extraños en los que el victorioso, para ganar el premio había de levantar un número determinado de discos muy pesados, con los brazos tendidos...; también era vencedor el que soportaba sobre sus espaldas, durante el más largo tiempo posible, un trozo macizo de mármol. Tales diversiones no eran familiares a los españoles; en ninguna crónica, en ningún romance, en ninguna de las numerosas relaciones de fiestas que poseemos, se encuentran señaladas. Ni aún puede suponerse que Ginés oyese tales descripciones de labios de los viejos; examinando su relación, podemos notar que él mismo presenció tales juegos, de los cuales siente toda su brutalidad... y se advierte que para Hita es un espectáculo exótico y nuevo, algo bárbaro. Describe carreras y luchas con frases llenas de vida; se ve que es un testigo quien habla, un testigo en que el horror hacia semejantes juegos es más fuerte que la admiración... Si en la obra de Hita quiere buscarse orientalismo, no es en la primera parte, sino en la segunda, donde podemos encontrarle, siendo de un interés verdaderamente histórico, aún
cuando fuese menos apreciada y conocida que la primera.
El texto anterior es de 1.915 y en el mismo, unido a los anteriores datos, se encuentra la verosimilitud de los Juegos: Pérez de Hita no conocía absolutamente nada de este tipo de pruebas, bárbaras para él, porque nadie se las había podido contar, ni de ningún sitio las había podido leer; además Pérez de Hita las relata, no debido a su belleza, sino al exotismo que desprendían y lo cuenta como si de un acto de barbarie se tratase. La prueba que más llamó su atención y que más extensamente describe fue la de la lucha entre el turco Caracacha y el morisco Maleh. Pérez de Hita describe la “brutalidad”de la lucha, un juego salvaje, de bárbaro encarnizamiento y, como dice Juan Guirao, Director del Archivo Municipal de Lorca “...no conocido en la narrativa española hasta entonces. Lo que presenciamos no son sino fases muy cercanas a la primitiva
lucha turca <<yagli>>.
Curiosamente más de cuatrocientos años después, ese exotismo y barbarie son considerados hoy en día como deportes, algunos de ellos con ascendencia olímpica como reconoció el propio Juan Antonio Samaranch en el texto que introduce este artículo. Los historiadores posteriores, incluso cuando hacen un
estudio sobre la edición de Paula Blanchard, obvian el texto.
Para concluir esta primera parte en la que se intenta mostrar la historicidad de las pruebas deportivas relatadas por Pérez de Hita, no puedo dejar de traer a colación otro de los errores en los que varios estudiosos del tema han caído repetidamente: no se conocen fuentes que recojan éstas u otras pruebas de este tipo en nuestra historia. Para mostrar otro nuevo resbalón de nuestros historiadores, viene al rescate el ya citado Juan Guirao García, quien expone que en una curiosa carta del Guardián del franciscano convento de San Ginés fray Alonso Alcorissa dirigida al Corregidor de Lorca en 26 de julio de 1667 se dice lo siguiente: "Concurren también muchos Moros, hombres, mugeres y niños (al Santuario) que ay año que llegan a 400 moros, obligados de un herror, como otros de su secta, que San Ginés es pariente de Mahoma... aquí se vandaliçan, con unos juegos y luchas que hacen, de donde an salido algunas veces muertos; el tiempo que aquí están que son tres días, no cesan de dar gritos, de día y de noche...".
La carta es posterior a la fecha de los Juegos Moriscos casi cien años. La obra de Pérez de Hita, la segunda parte, fue publicada en 1616. Cincuenta y un años después los “moros” seguían practicando la lucha que describiera Pérez de Hita. Aún habrá quien diga que esta lucha la copiaron de la descripción de Pérez de Hita. En este caso, ya tenemos un hecho histórico sobre la celebración de una prueba deportiva de origen olímpico celebrada en nuestro territorio.
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