jueves, 28 de octubre de 2010

Mis inicios

FILA BEDUINOS DE SAN BLAS

Corría la década de los años 80, por ese tiempo pertenecía yo a la Hoguera Ciudad de Asís en calidad de Foguerrer, era mi segundo contacto con el mundo de las hogueras de Alicante, el primero fue en la Hoguera Nou Alacant con el Sr. Taza como fundador.
Una tarde-noche vino a visitarnos a la hoguera un buen amigo del Presidente, que militaba como componente de los Moros y Cristianos de San Blas, su nombre (para mí muy importante, ahora diré porqué), era y es; Juan Chacón. Me fue presentado y entablamos una fluida conversación, primero hablamos de Hogueras como no podía ser de otro modo, a continuación hablamos de Moros y Cristianos, como tampoco podía ser de otro modo dado la militancia de cada uno de nosotros.
El amigo Chacón (por Juan su nombre de pila era y es menos conocido), me contó con pelos y señales el funcionamiento del mundo de los Moros y Cristianos, sobre todo de los de San Blas que era donde él pertenecía y lo llevaba a gala. Tan bonito me lo pintó que empecé a interesarme por este tema, aunque ya conocía las fiestas de Ibi y Alcoy donde yo había vivido anteriormente y había echo mis “pinitos” en ellas.
Seguimos hablando Chacón y yo ajenos a la Hoguera, y al observar mi interés me propuso entrar en la fiesta del Barrio de San Blas, de la mano de su Filá de siempre Los Cides de militancia Cristiana. Se lo agradecí en ese mismo momento pero le argumenté sin ánimo de despreciar su oferta, que me hacía más ilusión pertenecer a las huestes Moras. El amigo Chacón se lo tomó con naturalidad (por eso de que: sobre gustos no hay nada escrito), y me dijo que vería lo que podía hacer para mi entrada en alguna Filá que necesitaran componentes.
Pasó muy poco tiempo en ponerse en contacto conmigo, un buen día me llamó y me presentó a otros compañeros que tenían las mismas ideas que yo … formar parte de una Filá de Moros en San Blas. Nos comentó que había una buena posibilidad de hacerlo, aunque faltaban pocos meses para el inicio de la fiesta grande en el mes de junio, aún podíamos intentarlo si todos estábamos de acuerdo, éramos seis personas solamente pero con muchas ganas de entrar en la fiesta; por supuesto con la gran ayuda de nuestro amigo Juan Chacón, se iniciaron los trámites burocráticos y oficiales para recuperar el banderín-estandarte de una Filá que no hacía mucho había dejado de funcionar, y que según constaba a nivel de Estatutos solo quedaba este año de plazo para que no se perdiera definitivamente. La Filá a que me refiero se llamaba (y se llama) FILÁ BEDUINOS.
Ahora se puede entender el porqué decía al principio que Juan Chacón fue para mí muy importante, pues gracias a él entré en la fiesta de Moros y Cristianos de San Blas.
Ni que decir tiene que los escasos componentes que nos juntamos, nos aferramos con una gran ilusión a esta recuperación y nueva refundación de la Filá Beduinos. Como digo se llevaron a efecto los trámites oportunos y con muy pocas fechas de plazo para la ansiada fiesta grande, nos pusimos a trabajar como seis jinetes nómadas del desierto.
Mis recuerdos me llevan a Pepe Serradell (que Dios lo tenga en su gloria), el mejor y único Cabo que tuvieron los Beduinos al principio, su yerno Luís un gallego que nos hacía unas “queimadas” de lo más apetitosas a pesar del calor. Manolo (“el de las flores” le llamábamos así por tener una floristería en el barrio), y el resto de los pocos componentes.
Lógicamente en esta primera incursión en la fiesta al ser tan prematura, no disponíamos de cuartel ni de trajes de ningún tipo, como tampoco había un montante económico para hacer frente a los posibles gastos que podría conllevar el funcionamiento de nuestra recién reestrenada Filá. Pero con la ilusión de nuestros espíritus jóvenes pensamos y así lo hicimos, “tirar para adelante del carro” y pasarnos aquellas fiestas lo mejor posible.
Como digo no había traje “cuartelero” cuanto menos de desfile, esto lo paliamos comprándonos cada uno una “chilaba” y un “barret”, y ya con esta indumentaria pasamos todos los días de fiesta. Por cierto que ninguna de las chilabas eran iguales, pues ante las prisas del momento cada cual la compró donde y como pudo, por lo que luego no coincidía ninguna. Pero era nuestro uniforme, ya que nadie iba tan “desigualado” como nosotros en todo el barrio, cuestión esta que hizo bastante gracia a las demás Filás y nos acogieron con sumo cariño y alegría.
Este primer año al no tener cuartel pasamos todas las fiestas en la calle … bueno en la calle y en los cuarteles de los demás, que como digo nos acogieron magníficamente, tanto fue así que no precisamos apenas hacer gastos en comida ni bebida por las continuas invitaciones de las que éramos objeto. La verdad es que fue maravilloso y desde aquí quiero dejar constancia de mi agradecimiento a las Filás que en aquellos históricos momentos nos acogieron, que fueron todas las que estaban en funcionamiento tanto del bando Moro como del Cristiano.
Para “matar el gusanillo” de desfilar, nos permitieron ponernos en la cola del desfile como es lógico “chupando” banda detrás de la última Filá (como mi memoria empieza a fallarme, no recuerdo exactamente cual era); así hicimos nuestro primer desfile en San Blas la recién reestrenada Filá Beduinos.
Al siguiente año decidimos seguir adelante, preparando las fiestas en un taller de carpintería de aluminio que tenía nuestro siempre recordado Pepe Serradell. Allí y solo para los cuatro días de fiesta, apartábamos los materiales y herramientas a un lado, se limpiaba ese trozo de local, se improvisaban unas mesas y lo mejor que podíamos nos apañábamos para hacer vida “cuartelera”. Las comidas las hacíamos en los bares de alrededor, en el cuartel solo teníamos la bebida (que nunca faltaba para el buen hacer de unos “buenos moros sanblasianos”).
Nos llegó el momento del desfile en ese año, los trajes los teníamos ya alquilados, eran de terciopelo verde, pesaban “una tonelada” y llevaban más puestas que el vestido de la “tía Anica”, pero nos faltaba un componente para poder salir. Solo teníamos dos alternativas: buscar a alguien rápidamente o no salir, pues ese año no era como el anterior que nos permitieron “casi todo”, ya éramos una Filá oficial y había que atenerse a los Estatutos. Entonces las mujeres no desfilaban en las fiestas y menos juntas con los hombres en la misma Filá; nosotros solo teníamos como alternativa posible, el meter una mujer de nuestra confianza entre los hombres para paliar la falta del componente varonil. No lo pensamos mucho, vestimos a la chica con el traje que sobraba, le apretamos la parte de arriba para que se notara lo menos posible la “pechonalidad”, nos maquillamos todos la cara de un color ocre para mayor disimulo y … cara al desfile. Al principio creímos que nadie se había dado cuenta de la “intrusa”, pero a posteriori nos llamaron al orden desde la Directiva de las Comparsas y a punto estuvimos de tener serios problemas. Al final se pudo arreglar con el compromiso de que “no volvería a pasar”.
Después entraron otros componentes no menos importantes para la Filá, Balta, Tejeda, Gaspar, Angel, nuestro gran Beduino Senén (también nos estará viendo y aplaudiendo desde allá arriba), y un largo etcétera que  sería largo de enumerar aquí, pero no por ello dejan de estar en mi recuerdo.
Con estas y otras vicisitudes volvió a funcionar la Filá Beduinos, de la que me siento muy orgulloso y a la que después de algunos años fuera de Alicante he vuelto a militar en ella, siendo actualmente el único componente de los primeros fundadores-recuperadores de esta Filá.

Paco Carrión – Escrito en diciembre 2.007.

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